El Calçot y el ritual de las calçotades

El calçot es una cebolla blanca pero detrás de este alimento existe una larga tradición tanto en la manera de cultivarlo como también de comérselo. Seguramente que una de las primeras cosas que os llaman la atención es su forma alargada, que puede variar entre los 15 y los 25 cm de longitud.  Esto se debe a la técnica de calzar o en catalán calçar, de aquí el origen de su nombre. Esta técnica consiste en añadir más tierra en la superficie de cultivo para que el calçot vaya creciendo y estirándose en busca de la luz. Este proceso se repite varias veces hasta conseguir el tamaño deseado. 

Hoy en día todavía se desconoce el origen de los calçots. Aunque existen dos grandes teorías que nos pueden ayudar a situar el descubrimiento de este alimento. Una de ellas es la del “Xat de Benaiges” un agricultor de la región catalana de Valls que en el siglo XIX decidió quemar unas cebollas viejas. En vez de tirarlas las peló para probarlas y se dió cuenta de su buen sabor.  Esta hipótesis explicaría la tradición arraigada de las calçotades en este territorio catalán. No obstante, el descubrimiento de unas pinturas en la ciudad húngara de Brigetio en el año 2000 situaría el origen de los calçots en los romanos, concretamente en el siglo III d.C. 

La temporada de los calçots va desde finales de noviembre hasta principios de abril. Durante este periodo muchos restaurantes sirven calçotadas. Sin embargo, es importante saber que si quieres comer unos buenos calçots el mes de febrero es el más idóneo para celebrar las calçotades. Esto tiene una explicación: algunas verduras de invierno en este caso este tipo de cebollas necesitan días de frío para potenciar especialmente su dulzor. Es por eso que aquellos calçots que están en el campo recibiendo las heladas durante estos dos meses extras, adquieren un dulzor más elevado. 

Antes hemos hablado de su cultivo, pero también es importante destacar que los calçots tienen su típica manera de cocinarlos, servirlos y degustarlos. Se asan a fuego vivo de sarmientos y una vez preparados se sirven envueltos con papel de diario, para mantener su calor, y se sirven encima de unas tejas.  A la hora de comerlos primero hay que pelarlos presionando en la punta y estirando en el lado opuesto, donde se encuentran las hojas, para que el calçot quede completamente limpio y listo para comer. ¡Y sobretodo, no te olvides de mojarlos en la salsa “salvitxada” o romesco! 

La calçotada es todo un ritual que no te puedes perder. Ahora te damos la oportunidad de celebrar tu calçotada en el centro de Barcelona y disfrutar de esta experiencia gastronómica con tus amigos o familia. En el brewpub Abirradero, situado en el barrio del Poble Sec, puedes reservar una calçotada para grupos de entre 4 y 10 personas. Para más información en el siguiente enlace:

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